La Novena


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(por Lino Rodríguez Castillo)


La "Novena" y el mundo sinfónico

Muchos compositores, antes y después de Beethoven, han escrito Sinfonías. Podemos decir que este género es el rey en la música orquestal, y que en su nombre se han hecho algunos de los principales avances más importantes de la historia de la música. Algunos grandes músicos han compuesto muchas obras de esta naturaleza: Antes del gran autor de la "Novena", Mozart nos dejó más de 41, Haydn tiene numeradas 104. Pero desde Beethoven, casi ningún compositor pasó del "número nueve". Un dato curioso e interesante. Es como si ese número pusiera una barrera a la creatividad después de que el genio de Bonn estrenara su "Sinfonía Coral" en 1824.

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Sello postal del Commonwealth británico en homenaje a la Novena Sinfonía y a los 250 años de Beethoven

Franz Schubert, quien falleció un año después de Beethoven, solo compuso nueve sinfonías (las dos últimas las mejores), los románticos siguientes no pasaron el número tampoco: Schumann hizo cuatro, Mendelssohn, cinco. Berlioz y Liszt juntos, con sus sinfonías programáticas, tampoco llegan al dichoso número.
Brahms completó un gran ciclo de cuatro sinfonías, demorándose casi veinte años en la elaboración de la primera, que tiene muchas citas o ecos a la "Novena", especialmente en su último y gran movimiento.  No por algo el gran director de orquesta Hans von Bulow le llamaba a esta obra la "Décima de Beethoven"

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Johannes Brahms, autor de cuatro importantes sinfonías, seguidoras del espíritu Beethoveniano.

Seguimos. Chaikovsky hizo seis sinfonías. Saint-Saens, Borodin, Rimski-Korsakov, Rachmaninov o Dvorak por poner otros nombres, no pasaron esa cifra tampoco. Este último tiene como su "Novena", la famosísima "Sinfonía desde el Nuevo Mundo". Caso raro el del belga Cesar Franck quien hizo una sola e importante sinfonía en re menor.
Ya a fines del siglo XIX tenemos a Anton Bruckner (1824 - 1896). gran sinfonista Austriaco. Él respetaba  la obra de Beethoven, y podríamos decir que la veneraba (después de la música de Wagner, claro está). Bruckner compuso en realidad 11 sinfonías, si contamos las llamadas "0" y "00", ejercicios antes de sus obras sinfónicas numeradas. El compositor falleció mientras terminaba su Sinfonía n° 9, a la que él llamaba "la décima; la Novena solo de Beethoven". Quizás tenga que ver lo escrito por Richard Wagner, quien  afirmaba que con la "Novena" de Beethoven, el arte sinfónico había acabado su ciclo.

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Anton Bruckner, autor de una magnífica Novena Sinfonía, que dejó inacabada. 

Gustav Mahler (1860 - 1911), el otro gran compositor del postromanticismo, también numeró nueve obras sinfónicas completas, y dejó inconclusa su "Décima sinfonía". Curioso caso para alguien que decía que "la sinfonía es como el mundo, debe abarcarlo todo" y que incluyó voces humanas (como la Novena de Beethoven) en sus sinfonías 2, 3, 4 y 8.
Ya en el siglo XX sí han habido sinfonistas que, usando un poco el aporte de Mahler, han realizado más de nueve obras. El caso más importante debe ser el de Dmitir Shostakovich (1906 - 1975), compositor soviético autor de 15 importantes obras sinfónicas. Caso curioso el del británico Havergal Brian (1876 - 1972), excéntrico autor de 32 sinfonías.

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Para Gustav Mahler el mundo sinfónico tenía que abarcar todo. Varias de sus obras en este género siguen la idea coral o vocal de Beethoven.

Ahora, en el mundo musical, solemos llamar a la obra de Beethoven, a su Sinfonía n° 9 en re menor, Op. 125 como la "Sinfonía Coral" o, mejor, simplemente "La Novena"

La Génesis

En 1785, el poeta alemán Friedrich Schiller (1759 - 1805) escribió la llamada "Oda a la Alegría", en alemán "An die Freude", poema lleno de energía, vitalidad y que convocaba, con los ideales de la ilustración, a la fraternidad universal, desde este mundo hacia el cosmos o la divinidad. El joven Beethoven, recién afincado en Viena, leyó este poema alrededor de 1793 e inmediatamente quiso ponerle música. Demoró mucho la idea y recién vería este producto terminada la "Novena" en 1824.
Pues bien, la génesis de esta obra, entonces, es muy compleja y larga. Ya sabemos que la "Fantasía Coral", Op. 80, fue una especie de experimento dentro del proyecto; unos solistas y coros que aparecen, después de una marcha y unas variaciones, proclamando una letra llena de alegría y vitalidad.

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El gran poeta alemán Friedrich Schiller, autor de "An die Freude"

Dentro de los cuadernos del compositor ya vemos algunas ideas y melodías usadas en la obra desde 1811, incluso ya con esbozos de los dos primeros movimientos hacia el año 1817. El proyecto parece diluirse en el periodo de composición de las Sinfonías n° 7 y n° 8, sin embargo al año siguiente tenemos a Beethoven decidido a realizar una obra en la tonalidad de re menor, y con la idea, en un momento,  de proyectar dos obras sinfónicas: una puramente orquestal y otra, llamada en sus cuadernos "Sinfonía Alemana", con un final coral. Es allí donde se insertaría la "Oda a la Alegría" de Schiller.
Justamente, aprovechando una invitación de la Sociedad Filarmónica de Londres, para que el músico compusiera una nueva sinfonía, decide unir los dos proyectos en uno solo, ganando la idea de un final con coros.
Sabemos, por los escritos de su amanuense Schindler, y por el mismo Beethoven, que las voces humanas entrarían, inicialmente, en todos los movimientos de la obra, haciendo descripciones de sentimientos: "¡oh no!, nada de eso" refiriéndose al primer movimiento, o "Esto tampoco" al Scherzo y el "esto es demasiado tierno, tampoco" con el Adagio. El final empezaría con un solista que pronunciaría de manera categórica:"ahora sí, cantemos la oda del inmortal Schiller".


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Anton Felix Schindler (1795 - 1864) fue amigo y secretario de Beethoven desde 1820. Estuvo presente en todo el proceso de gestación de la Novena.


Como podríamos suponer un tipo como Beethoven no se quedó satisfecho con estas ideas que, en un principio, lo emocionaron, y poco a poco quebró esos moldes, para dejar los tres primeros movimientos puramente orquestales y en el final, luego de una entrada vehemente, citar orquestalmente dichos movimientos, mientras los violoncelos y contrabajos murmuran lo que originalmente eran esas frases.  Genial. Luego un recitativo, como en la "Gran Ópera", tocado desde esos instrumentos graves, introducía el hermoso y famoso tema, repitiéndolo tres veces, cada vez más triunfal y seguro. El solista (un bajo) decía ahora, modificando la idea anterior: "Amigos, no en esos tonos. entonemos otros más agradables y llenos de alegría". Sobre la frase "Freude" (Alegría) comienza la inmortalidad. Nada fue igual en la historia de la música luego de ese "Freude schöner Gottërfunken, tochter aus Elysium"


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Detalle de la Bóveda de la Capilla Sixtina, con los frescos realizados por Miguel Ángel Buonarrotti.


El estreno

Herriot en su "Vida de Beethoven" nos dice que el concierto del 7 de mayo de 1824, es decir,  el estreno de la "Novena", representa en la historia de la música lo que fue para el arte pictórico la revelación de los murales de la Capílla Sixtina, realizados por Miguel Ángel Buonarrotti, el día de Todos los Santos del año 1512, haciendo el paralelo entre entre dos monstruos del Arte. Algo de razón tiene.
Como hemos descrito, ese día se presentó al público la "Gran Sinfonía con Coros", en el ya desaparecido Kärntnertortheater de Viena. el músico presionó para que el estreno sea en la ciudad Imperial, a pesar de los caro que salía la empresa. Schindler propuso Berlín como un mejor lugar, además viendo como Rossini y la ópera italiana dominaban el gusto vienés. Los mecenas y príncipes de Austria no lo permitirían: el músico de la ciudad no puede reaparecer lejos de su ciudad. Y así fue.


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Grabado de la época que nos muestra el Kärntnertortheater de Viena, edificio que desapareció hacia 1871.


Beethoven no daba un concierto desde el estreno de la Sinfonía n° 8, diez años antes, en 1814. El éxito estaba asegurado. Todo Viena quería oír el reencuentro del genio Renano con el arte sinfónico.
Los ensayos fueron tensos, debido a la sordera casi total del músico, y a lo extenso del programa seleccionado: No solo la se iba a ejecutar la "Novena" (cuya duración excede la hora), sino también la obertura "La Consagración de la Casa", Op. 124 y partes de la llamada "Missa Solemnis", en Re mayor, Op. 123, obra maestra del género y con la que aparece el músico en el famoso retrato de Joseph Stieler realizado en el año 1820.


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El famoso retrato realizado por Joseph Karl Stieler, en 1820, donde se observa claramente, en el legajo de partituras, escrito el nombre de Missa Solemnis. 

Herriot nos narra un episodio que está escrito en uno de los cuadernos, en el cual Schindler le da las últimas indicaciones al maestro antes de la presentación: "estoy llevando todo, también vuestro traje verde, que os pondréis en el teatro para dirigir. El teatro es oscuro, nadie verá que es verde. Es increíble, gran Maestro, que no tengáis un frac negro...Apuraos, no seáis tan lento...Sed paciente y tened buen genio. Seguidme en lo que yo haga; es preciso que así sea". Increíble.
Es conocida la anécdota en la cual dice que Beethoven se paraba cada cierto tiempo para dirigir la orquesta, aunque la verdadera conducción la hizo el maestro Michael Unlauf (Beethoven seguía con una partitura la lectura de la obra, sentado en primera fila). Cuando acabó la "Novena" el público estalló en aplausos atronadores que parece Beethoven no percató mientras seguía la partitura mencionada.  Una de las cantantes lo sacó al escenario para que vea la ovación, ya que no podía escucharla.

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Cartel original, anunciando el estreno de la Sinfonía Coral de Beethoven.

Éxito total, en parte, ya que no alcanzó, a pesar del lleno del teatro, para costear todo lo invertido, incluso para los beneficios propios. Beethoven renegó y se quedó dormido envuelto sobre su levita verde sobre un sofá, y tuvo que ser llevado a casa por Schindler y otras personas. El 23 de mayo se programó otra presentación con la "Sinfonía Coral" pero igual. El dinero no alcanzó. El concierto del 7 de mayo de 1823 fue la última vez que el público vio a Beethoven en un espectáculo musical. Tres años después fallecería.
Poco a poco, merced de los grandes directores de orquesta del siglo XIX, la obra fue asentándose y haciéndose inmortal. Fue estrenándose en todo el mundo, cosechando éxitos y aplausos. Ya en la era de las grabaciones, maestros como Furtwängler, Karajan, Karl Bohm, Schmidt-Isserstedt, Bernstein, Masur, Abbado por mencionar algunos, la hicieron inmortal.


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Posiblemente la versión de Herbert von Karajan y la Filarmónica de Berlín, realizada en 1963, sea la más popular de todas las grabadas de esta gran obra.

La Sinfonía: Primera parte

El primer movimiento, Allegro ma non troppo, un poco maestoso, comienza con un murmullo, como un desorden, revolucionario comienzo, desde el cosmos, adonde va la sinfonía al final, nos cae un rayo de fuerza: el lapidario primer tema de la exposición, al cual responde uno segundo, amable y condescendiente. El desarrollo nos enfrenta con una fuerza que no conocemos, abrumadora y machacante. La reexposición del primera tema, con ese redoble de timbales, parece que nos lleva, otra vez, a un destino adverso, tal como la anterior Sinfonía n° 5. este movimiento larguísimo tiene en su coda angustiante, un tema esperanzador que nos anuncia al final de la obra.
El segundo movimiento no es el tema lento, clásico en todas las obras de Beethoven, aunque ya en la octava no lo había usado. Es un Scherzo, Molto vivace-Presto, lleno de energía, de vitalidad, orgiástico. Berlioz lo comparaba con una reunión de brujas (tema común en el autor de la "Sinfonía Fantástica"). Este movimiento deslumbra por su modernidad. El Trío es nuevamente una cita del tema final de la obra. Los timbales tienen una parte predominante en el desarrollo del Scherzo, al igual que la fuga inicial, que se va cortando con esa frases en crescendo de la cuerda, apoyada por los mencionados timbales. Aún estamos, en este momento, con una obra abrumadora y excesivamente vehemente.

Partitura original, con el inicio del Segundo Movimiento.

Es el tercer movimiento, Adagio molto e cantabile-Andante moderato el momento de evasión a lo salvaje y fuerte. Un himno de las cuerdas a lo metafísico, a lo que está por venir. Nunca Beethoven tuvo, en su música orquestal, tanta beatitud como en este Adagio. Luego sigue un Andante, con una melodía bellísima, que va entrecruzándose con la parte anterior, dando unas variaciones de lo más interesantes, incluso con un crescendo que nos recuerda a la Marcha Fúnebre de la "Heroica", pero en otros tonos. Este largo movimiento se va extinguiendo, mientras que nuestras fuerzas van esperando el final.

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Ferdinand Waldmüller nos dejó el retrato del maestro un año antes del estreno de la Sinfonía n° 9, en el año 1823.


La Sinfonía: Final con coros

Ya hemos descrito algo el inicio del final, y la larga gestación de ese momento. Un sonido ensordecedor de la orquesta en pleno nos traerá, una por una, las citas de los movimientos anteriores, luego el famoso tema principal y la entrada del solista con el coro cantando el "tema de la alegría". Beethoven le denomina Presto a todo ese inicio aparatoso y Allegro assai desde la aparición del tema en cuestión.

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Henriette Sontag, cantante alemana que cantó la parte de Soprano en el estreno de la Sinfonía Coral. 

Luego, el tema principal se repite con ciertas variaciones tres veces, con solistas y coros alternándose las primeras estrofas de la "Oda a la Alegría" de Schiller, cuya momento más importante es luego de la frase "Steht vor Gott" (ante Dios), que el coro remarca con un fortissimo atronador y en calderón. Un silencio nos lleva a otro mundo: la orquesta alla turca, con platillos, bombo y triángulo, nos acerca al héroe (¡qué tema para Beethoven!) que va hacia la victoria, y que es representado por la voz del tenor. Una fuga magistral y una repetición de toda la primera parte de la Oda con el coro en pleno dan fin a la primera parte del movimiento. Ya pasaron más de diez minutos, pero Beethoven recién comienza.

Caroline Ungher, cantante que estrenó la parte de Contralto de la "Novena".

Una variación del tema nos trae una melodía acongojada "Seid umschlungen, Millionen; diesen Kuss der ganzen Welt. Brüder überm Sternenzelt, muss ein lieber Vater wohnen" (Abrazaos, millones. Este beso para el mundo entero. Hermanos, sobre la bóveda estrellada debe habitar un Padre Amante). Las voces ya no humanas en este momento. Es imposible no sentirse empequeñecido por la letra y lo que el músico nos estaba regalando, llevándonos más allá del entendimiento humano. A este momento le sigue el "Ihr stürzt nieder, Millionen?, ahnest du den Schöpfer, Welt?, such ihn überm Sternenzelt, über sternen muss er wohnen" (¿Os postráis, millones de seres?, Mundo, ¿Presientes a tu creador?. Pues búscalo por encima de las estrellas, ¡Allí debe estar su morada!). Las voces femeninas subiendo al Empíreo y un silencio murmurado de la orquesta parece que ya  nos dijeron todo como para salir con el examen de conciencia y el propósito de enmienda directos. Pero, no.
Una doble fuga con el tema del "Seid umschlungen Millionen" y el inicial de "Freude schöner Götterfunken" nos llevan al mejor momento de la obra. Ahora sí, la alegría se inunda de nosotros. Ha vuelto la hermandad terrenal. Los solistas y luego el coro, en entrada frenética, remarcan aún mas esta parte. Nuevamente la percusión nos pone en un tiempo Prestissimo. El coro, arrebatado,  nos trae la frase del "Seid Umschlungen", pero sin el carácter celestial, despojado de beatitud, y lleno de alegría terrenal. Sin embargo un cambio de ritmo nos trae el "Töchter aus Elysium" ahora como un recordatorio para no olvidarnos donde estamos: Ante la "chispa divina" de un genio musical. La obra acaba con un arrebato orquestal luego que el coro grita "Götterfunken".
Todo lo que vino después, nació en ese momento. Ya Beethoven nos condujo del Re menor inicial, al Re mayor, luego del mayor "tour de force" de la historia de la música. Ahora sí podemos entrar como "hermanos a ese santuario en que todos los hombres somos hermanos". Todos somos bienvenidos. Gracias, genio.

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Estampilla alemana, conmemorativa por los 250 años de Beethoven.




Bibliografía:

Edouard Herriot: La vida de Beethoven.
Enciclopedia Salvat de los grandes compositores.
Marion M. Scott - Beethoven.




Comentarios

  1. Muy interesante datos sobre los compositores y el poema de Schiller en el último movimiento de la sinfonía.

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  2. Muy interesante la vida de este genio y más aún con una redacción clara y entretenida!

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    1. Beethoven es, verdaderamente, un genio de la música. Muchas gracias por su gentil comentario.

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